lunes, 9 de abril de 2007
La batalla de Elviña(1809)
El encuentro entre los dos ejércitos se produjo en el llano de Elviña, en las inmediaciones de la ciudad de A Coruña en la que se hallaban fondeados los barcos de la Royal Navy dispuestos para la evacuación. Lejos de actuar como un ejército derrotado y diezmado las tropas británicas se propusieron proteger la evacuación rechazando los ataques franceses, normalmente mediante la propia infantería ligera creada por Moore.
Cogiendo lo mejor que quedaba de sus tropas (entre ellos los regimientos 51st Highlanders y 95th Rifles), Moore se enfrentó a los franceses y consiguió evitar la destrucción total, dando a sus exhaustas tropas el tiempo necesario para embarcar en los transportes anclados en el puerto. El propio Moore fue herido en el pecho por un proyectil de cañón durante la batalla, falleciendo poco después en la ciudad de A Coruña, pero con la satisfacción de ver como su ejército se salvaba de la destrucción.
El fuego de cobertura de los barcos de guerra mantuvieron a Soult a distancia permitiendo a los británicos embarcar sin problemas y retornar sanos y salvos a Gran Bretaña. Los sucesivos ataques franceses fueron rechazados y el ejército británico se retiró con una pérdida de aproximadamente 900 bajas (entre muertos y heridos) incluyendo al propio Sir John Moore. Las bajas francesas ascendieron a aproximadamente 2.000 hombres. El Mariscal Soult pudo tomar la ciudad poco después de que la abandonaran las tropas británicas y, al encontrar el cuerpo del comandante británico, decidió enterrarlo con los honores que merecía.
El ejército británico, a pesar de su retirada de la península ibérica, había combatido exitosamente contra un enemigo mayor y mejor aprovisionado. A pesar de la pérdida de Sir John Moore, un comandante muy popular, la tropa tenía la sensación de haber conseguido un triunfo moral (similar a lo que significó Dunkerque en la Segunda Guerra Mundial), lo que ayudó a mantener la reputación de los soldados británicos en las subsiguientes contiendas dentro de las guerras napoleónicas.
Los británicos regresaron a la península por Portugal en abril de ese mismo año, con tropas de refresco, nuevos aprovisionamientos y un nuevo comandante, Sir Arthur Wellesley, futuro Duque de Wellington y que, años más tarde, derrotaría definitivamente a Napoleón en la Batalla de Waterloo.